domingo, 6 de diciembre de 2009

Las lágrimas de Eros, museo Thyssen

"Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantanea muerte, es bella."

Rayuela, capítulo 12, Julio Cortázar.





La culminación del placer sexual, era para Georges Bataille un éxtasis cercano al sufrimiento. Un dolor profundamente placentero. La petit mort.
Partiendo de esa premisa, su libro, Las lágrimas de Eros, aúna el sufrimiento, la culpa, el sacrificio religioso y la muerte con el placer sexual. Quizá por lo transgresor del tema esta obra se vio atacada por la censura y no se publicó hasta años más tarde de su creación. André Malraux, ministro de cultura en Francia en ese momento, no era un hombre especialmente religioso, tenía la idea de libertad muy enraizada y luchó de manera abierta por causas nobles durante toda su vida y trayectoria política. Podemos plantear como hipótesis una fuerte presión por parte de la iglesia ante temas para esta institución prohibidos. El caso, de todas maneras, es que el libro dio que hablar antes y después de su publicación, ya que se convirtió en un ensayo esencial para el pensamiento estético, haciendo partícipe al lector mediante la visión de una estupenda selección de imágenes eróticas de toda la historia del arte.

El museo Thyssen inauguró el 20 de octubre la exposición Las lágrimas de Eros, tomando el nombre del libro de Bataille para abordar justamente esa temática. La eterna fusión entre Eros y Tánatos, el placer y el dolor, el orgasmo y la muerte.
Mediante capítulos temáticos, nos presenta un recorrido de 119 obras muy diferentes en tiempo y estilo, que se aúnan de una manera armoniosa generando un todo sensual y atractivo.
Se trata de la primera gran exposición en España que aborda el placer sexual. Guillermo Solana, comisario, aclara que cuando estudió tocar este tema lo hizo pensando en abordar algo universal, que sí se vio en otros países y no aquí. Descarta el tema de la provocación o el poder mediático.
Lo cierto es que Las lágrimas de Eros llega en un momento de crisis tanto para el museo como para el comisario. La del museo se genera lógicamente por la crisis económica general. Subir el precio de entrada en las exposiciones temporales fue una de las primeras medidas tomadas para afrontarla. La crisis de Guillermo Solana es más bien profesional. “A diferencia de Venus, esta exposición no nace del semen de ningún dios, sino de un momento particularmente doloroso en mi vida. Me encontraba en el punto más bajo de mi trayectoria, porque algunos de mis proyectos no habían tenido el éxito que yo esperaba. Eso me indujo a reflexionar sobre el planteamiento de las exposiciones. Lo que he querido con ‘Lágrimas’ es llegar a todo el mundo”. Podemos sacar de estas palabras que lo que Solana buscaba en esta exposición era un fuerte impacto en el público.
Sumando estas dos crisis, es fácil llegar a la conclusión de lo que se pretende con esta exposición, es una medida de choque para frenar los malos resultados pasados. Empezando por la temática sexual, implícita ya en el título, que siempre mueve a las masas y pasando por un enfoque muy decoroso, evitando así las críticas de los más conservadores y atrayendo a un mayor número de espectadores. Además, se ha hecho una campaña mediática sin precedentes. Meses antes de la inauguración se hablaba de ella en tertulias culturales en radio y televisión, estaba anunciada en toda la prensa del país e incluso en la internacional y se elaboró merchandising especial. Se trata pues de un espectáculo que puede ser comparable a un concierto pop.
De todas formas, tanto comisario como museo no defienden esta teoría. Solana afirma que la crisis no afecta al Thyssen y que ha quedado demostrado con la exposición de Matisse que estuvo de junio a septiembre en las salas de muestra temporal del mismo museo. Se reafirma en la postura de que lo que pretende, debido al bajón en trabajos anteriores, es llegar al mayor número de gente posible sin hacer criba por temática o nivel cultural.

El recorrido a seguir en Las lágrimas de Eros es muy coherente y ordenado. Divide los espacios por bloques temáticos y añade cartelas explicativas con un cierto carácter poético, que enriquecen el contenido y aportan a la visita un toque literario interesante. Sin embargo, estas cartelas no profundizan demasiado en el tema en sí, dejando las ideas prendidas por hilos y las obras un tanto cojas.

Empieza con el Nacimiento de Venus, imprescindible en cualquier exposición que toque la sensualidad y el placer. Después, Eva y la serpiente, tema insinuante donde los haya, en donde la mujer se asocia con el pecado y la lascivia. Esfinges y sirenas, donde de nuevo la mujer es símbolo de seducción, esta vez mortal. En Tentaciones de San Antonio, tocan el tema del voyeurismo y las tentaciones carnales y en El martirio de San Sebastián y Andrómeda encadenada, aparece el tema del dolor y el bondage como placer. El beso, es el último argumento que se toca en el museo ya que la exposición continúa en un segundo edificio; en la casa de las Alhajas. Se aborda como visión vampírica y pasión violenta de los amantes. Se asemeja el beso a una especie de canibalismo.
Ya en el edificio de Caja Madrid o Casa de las Alhajas tenemos a Apolo y Jacinto, como muestra del amor homosexual terminado en tragedia; a Endimión dormido, donde vemos la belleza ideal paralizada en el tiempo; las Bellas suicidas, donde se recrea la belleza y la muerte; a María Magdalena sufriendo la muerte de Jesucristo aludiendo siempre al pecado y, por último, los cazadores de cabezas donde la pasión se mezcla con la venganza y el asesinato.

Todos estos mitos están recreados por piezas de diferentes estilos, épocas y categorías. En una misma sala podemos encontrar obras con varios siglos de distancia entre ellas; es por ello que vemos una totalidad global y deja la idea de repetición en la historia. La belleza de Venus a la orilla del mar, por ejemplo, la contemplamos de manera novedosa en el Thyssen a través de una fotografía de Rineke Dijkstra; se trata de una jovencita que emula los gestos de la diosa, tocándose el pelo y en actitud pudorosa. También en la sala de las esfinges vemos una rompedora fotografía de Robert Mapplethorpe donde aparece Patti Smith emulando la postura de una de estos monstruos. Es otro ejemplo de la temática tradicional en el arte contemporáneo que creo muy logrado en esta exposición ya que en todas las salas coexisten las diferentes épocas de la historia del arte.

El sexo es uno de los temas más repetidos a lo largo de los siglos y en Lágrimas de Eros vemos una parte; solo una muestra. Al centrarse en el paradigma de la muerte y el placer, han acotado el universo al que nos enfrentamos de una manera muy decorosa ya que focalizaron la muestra a mitos muy concretos. Ya antes comenté que en España es la primera vez que se realiza una gran exposición abordando este tema y que en otros países ya se había hecho. En la Barbican Art Gallery de Londres en el año 2008 se presentó la exposición Seduced: Art and Sex from Antiquity to Now .

“Seduced explora la representación del sexo en el arte desde los griegos hasta Warhol, un paseo entre 70 distintos artistas que provocan tanto a la mente como a los sentidos del espectador, invitándolo a un debate de bastante controversia, ¿Todo se puede aceptar como Arte?
Los impulsos sexuales es uno de los movimientos más importantes de la existencia del ser humano, en todas las sociedades se ha aludido al sexo de alguna manera, y digo de alguna manera porque la censura, sobre todo de la iglesia, obligó a cada cultura a adquirir distintos tipos de códigos aceptables para mostrar este tipo de imágenes. Cuando la consumación del amor, siempre vista como algo íntimo, se rompe y se muestra sin tabúes muchas sociedades han visto dañada su moral, es aquí donde esta exhibición muestra su lado más discutido y nos invita a considerar la pornografía como arte.”

En esta exposición la temática es más amplia y más explícita. Hay obras de la antigüedad con escenas claramente sexuales y piezas contemporáneas de índole sadomasoquista. Esta galería recibió numerosas críticas por arte de la sociedad puritana inglesa y se generó un debate abierto en todo el país. Esto es algo que tanto el museo Thyssen como el comisario Guillermo Solana quisieron evitar. A pesar de tocar un tema controvertido, lo han hecho de manera suave, con pundonor. En ruedas de prensa y apariciones públicas Solana afirmó que quería una exposición para todos los públicos y que cumpliese con el decoro del museo. Esto me hace volver al tema que toqué al inicio de la crítica donde decía que Lágrimas de Eros es un intento de recuperar pérdidas anteriores con una temática que atraiga al público y una enorme labor de marketing. En mi opinión, para abordar un tema tan recurrente como la sexualidad en el arte, no se debe navegar en medias tintas. Por eso, cuando en el Thyssen tocan el tema de Andrómeda encadenada me falta Araki Nobuyoshi. Esta es una de las salas más llamativas, con una increíble escultura de John de Andrea que parece que abrirá los ojos en cualquier momento. Tiene obras importantes de Dalí, Millais, Óscar Dominguez… Sin embargo, hay obras que entran en el contexto de la Andrómeda de manera forzada, como es la muñeca de Hans Bellmer, que intenta descubrir la mecánica del deseo y evoca a la emancipación femenina. Claro está que las ideas opuestas pueden entrar en el contexto del tema a tratar, pero vería mucho más lógica la incorporación de cualquier fotografía de Nobuyoshi, artista japonés que afirma que “fotografiar es asesinar”. Su obra está siempre evocando a la muerte y tiene numerosas series de mujeres desnudas sometidas a prácticas de bondage. Este fotógrafo crea polémica allí por donde pasa; lo tachan de misógino, de provocador, de obsceno… pero lo cierto es que, hoy por hoy, es uno de los fotógrafos vivos más importantes de Japón.
También se echa en falta en esta exposición fuentes literarias y filosóficas que ejemplificarían muy bien la temática que se expone. El libro que da título a la muestra es mencionado solamente como explicación introductoria, por lo tanto termina siendo algo anecdótico. Estaría bien añadir, por ejemplo, alguna obra plástica o simplemente un apunte con escenas de Justine; el libro del Marqués de Sade que muestra cómo la virtud y la belleza son aplastadas por el vicio.
Son solamente ideas, ejemplos de lo que podrían haber incluido y no han hecho, tal vez por decoro, tal vez evitando polémicas.

Se trata pues de una exposición estéticamente muy atractiva, con una selección de obras variada y pintoresca que genera un paseo muy agradable. A pesar de la falta de erudición, tangible desde la primera sala, el recorrido por los distintos mitos, los diferentes estilos y épocas deja un regusto agradable. La idea es entrar en el museo con expectativas de ver algo bello e interesante, sin más. Es una muestra convertida en espectáculo de masas intencionadamente y por tanto así lo debemos ver. En realidad, se trata de un éxito rotundo ya que la acogida fue y está siendo muy buena. Si con ella se consigue atraer a más gente al museo, y como consecuencia, parte de ese nuevo público se aficiona a ello, entonces habremos ganado. No estaría bien convertir esta tendencia en costumbre ya que los historiadores y demás gente del mundo del arte perderíamos mucho, pero abrir las puertas del museo a más gente con determinadas exhibiciones es algo atractivo e interesante.


Fuentes on line:
- http://www.publico.es/xalok/262054/dar/gente/cosas/impactantes
- http://www.publico.es/culturas/262065/museo/calienta
- http://e-madrid.org/index.php?option=com_content&view=article&id=633:len-epoca-de-crisis-no-podemos-cargar-al-estado-con-cosas-que-sean-un-lujo-para-cuatro-enteradosr&catid=109:entrevista&Itemid=196
- http://www.museothyssen.org/thyssen/exposiciones_actuales
-http://smfdiario.blogspot.com/2009/10/las-lagrimas-de-eros-y-otros-placeres.html
- http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Portada
- http://www.picassomio.es/nobuyoshi-araki.html
http://www.eurielec.etsit.upm.es/~zenzei/index.php?numero=9&tipo=miscelanea&arch=Hans%20Bellmer
- http://www.radiomontaje.com.ar/fotografos/araki.htm

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